martes, 27 de abril de 2010

Fragmento...(No Name Yet)

La sed de sangre había aumentado, desde aquel baile con la muerte que llevó a varios indeseables a sumergirse eternamente en el Leteo. Danzaba con la muerte constantemente, se había convertido en su amante, confidente, y, sabiéndolo desde su cuna, su último verdugo. Aún así esto no le importaba, era lo más sincero que conocía, no esperaba nada a cambio, tan sólo disfrutar lo hilos de sangre que corrían frente a sus ojos, produciéndole orgasmos semejantes a un mênage à trois. Este sentimiento fue minando su corazón y cerebro, buscando una nueva oportunidad para saciar su sed, su locura; entonces vió caminando una mujer hermosa, bastante alta y exuberante, con labios color carmesí que hacían juego con la ambrosía de los lupinos. Se acercó lentamente, pasó su mano bajo la falda de ella y toco su sexo, provocando en esta un grito silencioso de miedo en primera instancia, que vendría a convertirse en un deseo aberrante por ser violada, tomada por la fuerza y empujada a los abismos hedonistas de su cuerpo. Desabrochó rápido su pantalón, subió la falda y comenzó a juguetear con su miembro entre las piernas de la dama, esta se quejaba deliciosamente por este rito sarcástico de posesión de voluntad; luego, al sentir el pene entrando abruptamente por su sexo, sintió como sus líquidos corrían vertiginosamente por sus piernas, al igual que su vergüenza. Pronto ella cogió el miembro y lo apretó, solicitando fuera más rápido el juego, el amante para ello enterró sus dedos en las dos caras de la luna de manera vigorosa, moviendo su pelvis aún más rápido; poco a poco llegaron los jadeos como mensajeros de lo que iba a suceder, cuando, súbitamente, el hombre desgarró el busto de la mujer, mordió el vientre de la misma buscando con ansías sus entrañas; ella, sin comprender la razón, exhaló tres gritos de placer, dándole gracias al verdugo por sus mejores instantes de placer antes de morir.

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