jueves, 27 de enero de 2011

Mesmerismo Inmaculado

Soy un infante,
contemplo el sexo de mi linaje,
lamido con reverencia;
el primero en mi existencia
al que siempre vuelvo a perturbar,
electrizando la estancia
con mi deseo sempiterno,
calmado en incestuosa tormenta.



Bramante mi cuerpo de sexo
se desborda, mi famélica boca
busca mi ardiente afrodita,
suaves mordiscos explotan mis pústulas de deseo,
el pus pasional emerge como corriente alterna y directa.

 

Soy Eros, soy el amor, soy el deseo
de quien todos reniegan, soy el anhelo,
todos me esperan.



En los brazos acuosos
de Eva reposo, arrullado
por el vaivén de sus olas,
bajo el influjo lunar,
grave y atrayente,
de sus labios.

Labios húmedos y seductores
puentes levadizos que me
invitan, mesmerismo puro,
ilógico.




Orgasmo del Ángel Negro

Par de tallos,
uno blanco,
el otro negro,
orbitan en
una danza destructora;
sus raíces
en el vacío
se lamentan
mientras se
desgarran,
ambas sudorosas
por el baile.



Satinada por el vaho sanguinolento,
la flor crece, hermosa y despiadada,
flagela a todo aquel que la desea.


Sus pétalos dorados por la quintaesencia
ora doran los labios del suicidio,
las horas muertas se preparan para
corromper las sienes de la razón:
mientras el tiempo se masturba
en la espiral de locura que rodea el anfiteatro.



La plaga de moscas
saborea el banquete
de futuros despojos;
decisiva,
su risa retumba en el instante...



El ritmo de su zumbido, dirige
los movimientos, de las
potencias que se enfrentan
dentro de un mismo ser.

sábado, 15 de enero de 2011

En La Casa Lánguida

Muerdo los instantes, muerdo la lluvia, muerdo las tinieblas buscando la carne del tiempo y, los seres que dejaron su mordida en el corazón de la mordida del tiempo, piso el charco de sangre, húmedo delirio, rojizo espeso... Suena la melodía de la satisfacción, mórbida esencia, una esencia obscura, sin el más mínimo aliento de estar llena de vida, perdida en un silencio absurdo y estúpido.

Quisiera estar solo, sin nada en la cabeza, en una casa abandonada, que fuese el mundo al que yo le suponga las reglas, donde la sangre fuese un motivo para festejar... Y perderse en un baño de alcohol que nos aparte de la racionalidad.

I

La marcha fúnebre 
de las hojas escritas 
con tinta indeleble,
no hay marcha atrás.

II

Cada poro en el pergamino
lleno de cianuro
descendente y afirmativo,
tal vez regrese.

III

Esta noche exhalaré
el aliento febril
famélico, frívolo,
pintaré un cadáver sanguineo
y colérico; Al final
se transformará en melancólico.

0

El salvión se disgrega en el torrente que el silencio lleva en su torbellino de voces y oraciones, en la canción que vibra en la vena profunda de la noche.