Culos endogámicos se ríen en mi presencia,
el linaje se resquebraja ante mi virilidad enaltecida
ante el altar lleno de querubines
abriendo sus nalgas ante mi cetro ungido.
Deidades y santos se entregan ante mí,
lujuria y ansia santificadamente satisfecha
resbala en la saliva sobre el cuero,
sobre la piel que arde por dentro,
por el túnel vertical que se hincha;
el mástil lubricado, ungido, santificado,
la virgen dispuesta a mi derecha,
el mancebo inclinado a mi izquierda.
¡Quiero besarte! ¡Tratarte violentamente!
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