lunes, 29 de noviembre de 2010

TINDALOS

I.
La saliva espesa
se desliza
entre la coyuntura
ácida,
encarnada,
espumoso presagio
que brota,
el hocico obtuso
ladrando
lo aciago.
Así,
mecido por las jetas
mientras la
luna
gruñe una canción
de cuna,
despierto.

II.
Tiempo
ha dado a luz.
Furiosos
cabalgan
entre mundos,
sobre el
lomo
del vacío
 se abren
paso
con violencia;
cesarea cuántica.
Así,
la jauría
avanza bulliciosa,
mientras Noche,
cómplice constante,
parpadéa
en las esquinas.

III.
Su aliento
se concentra,
fragancia seólica,
muro
vaporoso,
impenetrable,
y el
sonido
de sus patas
sobre el
porche,
el crack, crack
de la
tráquea
atravesada
por sus
zarpas.
Estoy  despierto.




 

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