Par de tallos,
uno blanco,
el otro negro,
orbitan en
una danza destructora;
sus raíces
en el vacío
se lamentan
mientras se
desgarran,
ambas sudorosas
por el baile.
Satinada por el vaho sanguinolento,
la flor crece, hermosa y despiadada,
flagela a todo aquel que la desea.
Sus pétalos dorados por la quintaesencia
ora doran los labios del suicidio,
las horas muertas se preparan para
corromper las sienes de la razón:
mientras el tiempo se masturba
en la espiral de locura que rodea el anfiteatro.
La plaga de moscas
saborea el banquete
de futuros despojos;
decisiva,
su risa retumba en el instante...
El ritmo de su zumbido, dirige
los movimientos, de las
potencias que se enfrentan
dentro de un mismo ser.
dentro de un mismo ser.
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